Martín Fabio, más conocido por ser el Mono de Kapanga, es uno de los personajes más queridos del rock nacional. Siempre con una sonrisa y llevando fiesta y alegría donde quiera con su banda, una de las más populares de Argentina, es dueño de varios éxitos.
Pero así como el Mono de Kapanga carga con el peso de ser uno de los mayores frontman de la escena nacional, el músico de zona sur tuvo una etapa más que oscura de su vida y en medio de ese penoso contexto, un hombre terminó siendo el vehículo hacia una extraña experiencia que le hizo dar un click y cambiar.
Sumergido en las adicciones de sustancias y ludopatía que lo tuvieron más de cuatro años perdido, o “sin hambre y sin dormir” como bien definió, el Mono se topó con un desconocido en ese mundillo que solía circular. Con el tiempo lograron entablar una amistad y entre sus charlas, este hombre llamado Luis le hizo una propuesta interesante.
En un paso por el bingo que ya era su costumbre, el cantante charlaba con su amigo Luis al que se abrió en canal y le contó sus padeceres. El oyente le respondió que quizás podía ayudarlo con sus adicciones ya que era pai umbanda y con un trabajo podría liberarlo de sus males.
El Mono acudió a su encuentro con Luis acompañado de su padre y allí vivió una experiencia imposible de describir. “La mujer de Luis era la medium y me decía ‘quedate tranquilo’. Había música, tambores, y Luis que saca una jaula, palomas, un cuchillo y plum, las degolló arriba mío. Después otra jaula, un gallo, se lo puso en la mano y plum. Fue zarpado, estaba todo ensangrentado”, recordó.
“La cara mi papá era el mismo espanto. Después terminó toda la historieta esa y la mujer me dice ‘ahora te vas a tener que quedar acá, que tu papá te venga a buscar mañana’. Yo era Carrie”, dijo el músico refiriéndose a la famosa película de terror. “Ahí volvió Luis y me dijo ‘salió todo bien… te va a agarrar sueño y hambre’, cosas que yo no tenía desde hacía unos años. Me trajeron un caldito, me lo tomé y al rato la mujer me trajo las palomas hervidas sin las cabezas y me las comí. Tenía un hambre“, explicó.
Después de la cena insólita, el cantante de Kapanga contó que le pusieron un turbante en la cabeza, le agarró sueño y se durmió. “Al otro día me desperté en una colchoneta. No tenía nada de sangre. Solo en el pelo porque tenía las dos cabezas de las palomas dentro del turbante. Tenía sangre solo en el pelo pero no en el cuero cabelludo. Luis me dijo ‘salió todo muy bien, estabas con la energía para abajo, necesitaría hacerte otro’. Pero fue esa única vez que fui. Hoy lo cuento como una anécdota risueña y nunca más tomé”, cerró en su insólita confesión el Mono.
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