En “Atardecer de un día agitado”, Maru Fernández le dedicó un momento muy especial a Sergio Lapegüe y su esposa Silvia, conocida popularmente como “Bochi”, que acaban de cumplir 30 años de casados.
“Tenés un tipo ahí atrás molestándote”, comenzó Maru su charla la esposa del periodista, quién segundos más tarde apareció por detrás. “Está muy cabezona, muy cerca del celular”, lanzó un divertido Sergio Lapegüe.
“Hace treinta años que nos casamos por civil, y el domingo treinta años del casamiento por iglesia”, dijo la esposa del conductor. Entonces Sergio Lapegüe confesó: “¡Estaba tan nervioso que bajé como 7 kilos!”. Silvia recordó: “¡Ese día iba cada rato al baño!”.
El animador remarcó que fueron de viaje de bodas a Florida, Estados Unidos. Su esposa contó: “Tengo filmada toda la ruta. Cuatro horas, estábamos enamorados. Volvía del viaje y le quería mostrar todo eso a la familia. Era un aburrimiento, miraban y era pura ruta. Ruta, ruta, ruta”.
“¿Cómo la ves de angelita?”, le preguntó Fernández a su amigo, sobre la posibilidad de que “Bochi” se sumé al ciclo de Ángel de Brito dada su carismática personalidad y su impacto en las redes sociales.
“Yo iría pero a escuchar. Me siento y escucho, no me gusta pelearme con la gente tampoco. Ir a contar intimidades de los demás no, me gusta escucharlas pero contarlas no”, reconoció la esposa del periodista. Picante, ante la consulta de cómo festejaran su aniversario de bodas, Sergio tomó una decisión imprevista e hizo un anuncio fuerte e inesperado que seguramente pondrá muy incómodos a sus hijos, especialmente porque el programa de radio de Maru tiene un millón de seguidores y las cargadas pueden ser interminables: “Vamos a hacer eso que hace mucho que no hacemos”.
En TN, Silvia, la mujer de Sergio Lapegüe, contó como se conocieron: “Yo estaba en la fila de un boliche, pero estaba acostumbrada a ir y entrar, y con una amiga llegamos y pasamos. Entonces a él no le gustó eso y me dijo que tenía que hacer la cola como todos, no colarme”.
Bochi confesó: “Yo ni le contesté. Seguí caminando y cuando llegamos a la boletería, él le dijo al chico de la puerta que me quería pagar la entrada y eso me pareció más ridículo. Pagué mi entrada y seguí y él me dijo: ‘¡Dale, que vos querés bailar conmigo!’. Desafiándolo le dije: ‘Bueno, dale’ y ahí comenzaron a hablar. Bailamos y charlamos, nos hicimos las típicas preguntas ‘¿a qué colegio fuiste?’ y resultó que fuimos al mismo. ¡Después le pregunté de qué signo era y resultó que los dos somos del mismo signo! Esa noche le di mi teléfono, me llevó a mi casa, ¡hubo beso y todo!”.
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